Por: Luis Guillermo Ortiz
Nuestra generación es una que creció normalizando la violencia, durante los últimos 15 años hemos visto cómo los índices de violencia en el país asemejan a una zona de guerra, pasamos de perturbarnos toda una semana por una balacera a inmutarlos frente al asesinato de niños en un restaurante-bar.
Pasamos de cuestionar al estado, y exigir seguridad, a cuestionar la libertad del ciudadano. “¿Que hacia ahí a esas horas?”. “No son lugares, para una persona de bien”
Las marchas, las protestas, la indignación que todos sufrimos y sentimos han dejado de ser preocupaciones para los gobernantes, pues, ahora se curan en salud victimizándose y escudando su mal actuar detras de un monumento vandalizado. “Así no, nos dicen” cómo si una pared valiera lo mismo que nuestra vida.
Lo más preocupante es que las nuevas generaciones crecen aspirando en un sentido de pertenecía hacia esa vida de violencia. La movilidad económica pasó a ser un sueño, uno que solo se logra con la rapiña, el narco y la delincuencia, porque al Micro, pequeño y mediano empresario nos tunden por todos lados, el SAT, Fiscalización, el robo hormiga y hasta el cobro de cuotas.
El estado perdió de vista su obligación de garantizar educación, oportunidades, salud, desarrollo económico y social para la ciudadanía.
Pasamos de exigir libertad, a cuestionarla, pasamos de encerrar al criminal a encerrar al ciudadano en circuitos cerrados de seguridad privada… deberíamos poder ser libres de caminar a las 4 de la mañana por la ciudad, solos, seguros, seguros de que nada ni nadie abusará de ti, que nadie te asaltará y/o robará (incluyendo al policía que debería estar ahí para cuidarte, vigilarte y apoyarte)… en el estado etílico que sea (eso corresponde a la madurez personal), con el atuendo que cada uno elija (eso corresponde a los gustos e identidad de cada uno), del género que seas, con la identidad con la que te sientas mas libre y cómodo.
El Estado comenzó a politizar, a segregar, a sicolizar y dividir al pueblo entre (derecha-izquierda) (conservadores – progresistas) (machistas – feministas) y la última (Chairos – Fifis) olvidando que todos somos MEXICANOS.
La policía debe ser una institución respetable que busque La Paz, no una que genere violencia y que sea reaccionaria, claro que se ocupa y claro que se debe actuar, pero no debe ser la prioridad. La prioridad debe ser PACIFICAR, retomar la confianza ciudadano-policia y eso solo va a suceder si ciudadanizas a la corporación con una policía multidisciplinaria.
Una donde haya médicos, abogados, psicólogos, maestros, gente que conozca sus calles y que sea respetada en las mismas. Una policia que atienda problemas de raíz y que genere confianza con la base social, una que reintegre y permita el resurgimiento moral, de que sirven las patrullas si no se meten a las calles conflictivas, de que sirve un show mediático en pleno boulevard cuando hay muertos en las rancherías.
Seguimos sin una estrategia, sin inteligencia, mostrando “músculo” y posando para la foto.
Alcalde, secretario, hay que ir por nuestras juventudes, por nuestras niños, niños, antes de que sean presas del crimen. Antes de oríllalos a conocer un mundo de violencia hay que presentarles un mundo de paz.