La clave de una estrategia ganadora está en la investigación, pues ella aporta información precisa y de calidad sobre el sentir y pensar de la población, datos sobre realidades que quizás a simple vista no se observan, pero, sobre todo, claridad en la percepción del electorado sobre las realidades del momento histórico presente, con lo cual se puede diseñar una estrategia sólida, que permita desarrollar una campaña triunfadora.
En estos tiempos tan convulsos, es claro que las sociedades están cambiando, los electores están dejando de ser un mero espectador que de vez en cuando, cada cierto tiempo, van a votar.
El elector de hoy está alzando su mano, exigiendo que el liderazgo voltee a mirarle, levanta su voz reclamando se le escuche; y, si eso no funciona, se lanzan a las calles a protestar.
Los casi tres años de pandemia, aunado a la invasión de Rusia a Ucrania, más los pendientes y atrasos en situaciones no resueltas por los Estados, han generado consecuencias como los bajos niveles de paciencia de los ciudadanos, crecimiento de los problemas, las situaciones apremiantes son cada vez más frecuentes, las alternativas para solventar esas condiciones son cada vez más escazas, razones por lo cual, la complejidad del electorado hoy es mayor a la de hace apenas un par de años atrás.
Es por ello que, la investigación social es en política lo que los exámenes de laboratorio son a la medicina. Cualquier profesional de la medicina podrá tener un alto grado de certidumbre sobre el diagnóstico de un paciente en función de observar los síntomas, pero no correrá riesgos y buscará una comprobación científica para estar 100% seguro de su diagnóstico.
En política, sorprende evidenciar cómo, en muchos casos, los dirigentes menosprecian las herramientas de la investigación, primero porque “ellos saben lo que el pueblo quiere” y en segundo lugar porque “eso es muy costos” sin darse que cuenta que, la campaña más cara, es la que se pierde.
Ella, la investigación, ayudará a tener claridad sobre los anhelos, sueños y preocupaciones del electorado. Ofrecerá los datos precisos sobre la imagen del candidato y los adversarios; la profundidad de estas imágenes, la percepción del electorado sobre los partidos o movimientos políticos; el grado de identificación de los electores con el líder; ayuda a establecer qué tan cerca o lejos están los electores de los partidos o movimientos; además de arrojar datos sobre la intención de voto y qué tan sólida es.
Adicionalmente, permitirá una mejor aproximación a las expectativas de los electores, a entender el entorno social, económico, político del momento histórico concreto. Señalará qué tipo de electores tenemos al frente, cómo son sus costumbres, hábitos. Aportará valiosa información de cómo el elector visualiza su futuro, que tipos de electores se tiene en el panorama, lo que posibilitará categorizarlos no solo de acuerdo a sexo, edad, nivel socio económico o educativo, sino que permitirá ir mucho más allá, e identificar quienes están más cerca de la propuesta electoral del candidato y quienes más lejos; quienes, a pesar de mostrarse indiferentes se les podrá acercar a la posición de un candidato determinado y quienes definitivamente, jamás estarán con esa propuesta. Y lo que es mágico, da luces para ajustar la propuesta a las necesidades del ciudadano y no lo contrario.
La investigación también ayudará a definir cuáles son los canales y medios más efectivos y eficientes para transmitir el mensaje, lo que permitirá hacer una priorización sobre la inversión en medios y publicidad. Pero más aún, la investigación ayuda a construir un mensaje poderoso, impactante, que haga que el elector se sienta identificado con la propuesta.
Igualmente contribuirá a descifrar las señales que se deben emitir para despertar su interés, generar en el elector la respuesta deseada, identificar sus emociones e intereses y, si sus respuestas son obvias y directas, o difíciles de comprender e identificar.
La construcción del discurso político no puede partir solamente de las creencias y convicciones personales, las que sin duda son importantes, pero estas no deben considerarse la verdad absoluta, basada en el supuesto conocimiento que tenga el candidato de la población, tiene que ser complementado con las informaciones que arrojen las investigaciones, esto si se quiere tener un mensaje poderoso, que impacte y que gane electores.
Imaginar que continuar haciendo lo mismo de siempre seguirá funcionando es un error que cada día costará más caro y será más ineficiente. Ante tantos cambios que están experimentado las sociedades la alternativa para el éxito electoral es ¡¡investigar, investigar, y más investigación!!
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Por: @OrlandoGoncalves