Por: @OrlandoGoncal
La novela “Ensayo sobre la lucidez”, de José Saramago, publicada en 2004, tiene como punto de partida el voto masivo en blanco en elecciones, y le sirvió al autor para lanzar duras críticas a los gobiernos del mundo occidental.
La obra se enfoca en unas elecciones municipales en una indeterminada ciudad, donde la mayoría de sus habitantes deciden de manera individual ejercer su derecho al sufragio, pero, emitiendo el voto en blanco. El gobierno teme que esa acción sea capaz de socavar los cimientos de una democracia degenerada, que sea producto de una conjura anarquista internacional o de grupos extremistas desconocidos. La novela señala que: “Las cloacas del poder se ponen en marcha: los culpables tienenque ser eliminados. Y si no se hallan, se inventan”.
Con base en lo anterior, conviene observar con detenimiento los recientes acontecimientos en Panamá, donde el partido de gobierno realizó un proceso de selección interno de su candidato presidencial, con preocupantes resultados, pues el 16% de los militantes votaron en blanco o nulo, unmensaje fuerte y claro de que algo no está bien. Contrastando con ello, este fin de semana en la elección general en Guatemala, el voto nulo superó el 17%, el voto en blanco llegó a más del 7%, aunado a una abstención del 40%. Es claro el mensaje de la inconformidad, la molestia y el hartazgo de los guatemaltecos con sus gobernantes.Dos países, dos hechos, un denominador común, sin dudas.
Ahora bien, el voto en blanco es una de las opcionespara el ciudadano, hecho que, indudablemente, tiene un significado más allá del votar, con ello manifiesta que ninguna de las opciones es la adecuada para él.
Hay quienes consideran que con el voto en blanco manifiesta la opinión en contra de los candidatos en contienda, otros opinan que se expresa indiferencia ante las opciones. En conclusión, es una expresión política que los líderes deben prestar atención y entender no solo sus causas, sino, lo más importante aún, sus consecuencias.
Por otro lado, también se presentó el fenómeno del voto nulo en ambas elecciones, mismo que, a travésde la historia y dependiendo de la situación de cada país, se ha esgrimido, en ocasiones, como bandera de lucha de algunos partidos políticos; y en otrascomo protesta de ciudadanos que no creen en el régimen político del país, o no se sienten representados por las opciones electorales en los procesos electorales.
Es claro que, como acto individual el voto nulo no tiene mayor trascendencia, pero, al convertirse en un acto de masas, sin duda, representa la voz de disconformidad social para con los líderes. En este sentido, el voto nulo adquiere otro significado, ya que no se nulifica, sino que se contabiliza como parte del total de votos emitidos por los electores;manifestando entonces un sentimiento social negativo hacia sus gobernantes, convirtiéndose entonces en una forma de protesta pacífica en búsqueda de provocar los cambios en las formas de ejercer la función pública de gobierno, y eso, regularmente, es un previo aviso al estallido social.
Si a lo anterior le sumamos el hartazgo que asalta a gran parte de la población, y que hace que muchos decidan abstenerse de votar, es claro que hay un mar de fondo que muchos líderes no están viendo y mucho menos sintiendo; por lo cual es evidente que hay un caldo de cultivo fermentándose, que puede terminar en una explosión social de consecuencias impredecibles.
De manera reiterada en esta columna hemos expresado la preocupación por el debilitamiento acelerado de las democracias en la región debido al hartazgo social para con los líderes, gobernantes, y fallidas políticas de Estado. También hemos precisado que esto viene siendo debido a que los líderes y gobernantes no están escuchando a la gente, y menos aún, están ensimismados en una burbuja que no les permite percibir lo que muchos ciudadanos están sintiendo y viviendo en su día a día. De seguir así, ese mar de fondo arrasará con todos aquellos que están mirando para otro lado, aquellos que tienen sus intereses puestos lejos del beneficio colectivo, y en especial, que no está prestando atención a señales que cada vez son más frecuentes, evidentes y contundentes.
El mar de fondo que hoy afecta a muchas democracias es perfectamente evitable si el liderazgo resuelve escuchar a los ciudadanos, pararse a su lado, apoyarles sus causas, y, sobre todo, generar los cambios que no solo con protestasreclaman, sino a gritos ahogados y desesperados emite el ciudadano.
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